lunes, 6 de agosto de 2012

La verdad sobre el sexo


La “abstinencia” ha sido siempre el grito de guerra de la Iglesia cristiana respecto al sexo. Ahora, programas seculares han comenzado a incluir a la abstinencia como una “opción” para una vida sexual segura. Pero, ¿qué es la abstinencia y cómo entra en el plan de Dios sobre el sexo?
La abstinencia simplemente significa evitar ciertas cosas. Uno puede elegir abstenerse de comidas, actividades o he­chos específicos. Cuando se trata de educación sexual, los que proponen el mensaje de la abs­tinencia quieren que los jóvenes le digan no al sexo.

Sorpresivamente, los cristianos no son los únicos que presionan a abstenerte. Por ejemplo, los miembros del grupo de estudiantes de la Universidad de Harvard “Verdadera Revolu­ción de Amor” piden a sus integrantes a que le digan que no al sexo, basados en argumentos filosóficos, biológicos y relacionales. El gobier­no federal invierte millones de dólares en pro­gramas para la abstinencia cada año. Incluso, la organización Planned Parenthood promueve la abstinencia como un comportamiento que pre­viene de forma efectiva el embarazo y las Enfer­medades de Transmisión Sexual (ETS).

El mundo reconoce que hay fuertes razones para abstenerse del sexo, pero el llamado de Dios va más allá de la abstinencia. Él nos llama a la pureza. Entonces, la pregunta es: ¿Qué es la pureza? Esa es una interrogante que durante años les he hecho a mis estudiantes. Por desgra­cia, nunca encontré a nadie que pueda definir a la pureza. ¿Puede creerlo? Ni una persona. Ni siquiera los pastores. La pureza es uno de los conceptos más hermosos de la Biblia, y nadie parece saber lo que significa.

Quiero que entienda la pureza, porque no es lo que piensa. Entender la pureza revolucio­nará la manera de pensar en el sexo. La pureza significa ¿estás listo para esto?, es decir, “vivir de acuerdo al diseño original”.

En todos los aspectos de la vida, si está vi­viendo de la manera en la que Dios diseñó para que viva, eres puro o pura. Si no está viviendo de la manera en la que Dios diseñó para que viva, no es puro o pura.

DIOS Y EL SEXO

A medida de que la cultura actual promueve cada vez más el sexo sin límites, la mirada de Dios en cuanto al sexo parece cada vez más ra­dical. Como el mensaje de la cultura está cada vez más a favor del sexo libre, muchas perso­nas interpretan el mensaje de Dios acerca de la sexualidad como “anti-sexo”. Es lo más aleja­do que se puede estar en la realidad.

¿Cómo sabemos que Dios está a favor del sexo? Por la imagen dinámica del sexo en Su Palabra. En el libro de Proverbios, el escritor ha­bla acerca de un encuentro físico que es satisfac­torio y embriagador (Proverbios 5:19). ¡Este no es un mensaje contra el sexo! Por el contrario.

El Cantar de los Cantares está lleno de des­cripciones vividas de escenas de amor entre un hombre y una mujer. El libro cuenta la historia de dos amantes completamente inmersos en satisfacerse el uno al otro. La poesía del acto de hacer el amor es vivida y excitante, y Dios la ha incluido es su santa Palabra.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo recomienda que las parejas casadas tengan sexo a menudo. El mensaje claro es que Dios creó el sexo para que nosotros lo disfrutemos y para Su gloria. De hecho, no hay un solo versículo en la Biblia que diga que el sexo es “pecaminoso” o “sucio”. Por lo general, los versículos que se citaban en relación con el sexo de manera ne­gativa no tienen nada que ver con el sexo. Son acerca del mal uso del sexo fuera del diseño de Dios.

Dios diseñó al sexo como un regalo para ser compartido entre un esposo y su esposa. Dios creó esta experiencia sexual para que fuera ex­citante y satisfactoria. El mensaje de Dios en cuanto al sexo no es: “No lo hagas porque es pecaminoso o malo”. Su mensaje es: “Espera, porque el sexo de acuerdo a este diseño es tan maravilloso que vale la pena protegerlo”.

El plan de Dios para el sexo está remarca­do con claridad en las Escrituras. Él quiere que disfrutemos del sexo, pero nos pide que esperemos hasta estar casados. El mundo pretende decir que el deseo de Dios para que esperemos, es una prueba de que Él nos quiere negar algo que podemos disfrutar. Pero nada podría estar más lejos de la realidad.

Dios desea darnos cosas buenas. Los límites que Él establece en el sexo son para proteger­nos, no para privarnos. El mundo puede ver los límites en cuanto a la sexualidad como algo negativo, pero en realidad es todo lo contrario. Dios no está en contra del sexo. Está tan a favor que desea que todos los hombres y las mujeres experimenten el sexo de acuerdo a Su diseño original.

¿PARA QUÉ CREÓ DIOS EL SEXO?

La Biblia nos da tres razones específicas para el sexo. El plan de Dios para el sexo no es tan abu­rrido como se cree.

1: Procreación

Probablemente sepa acerca de la primera razón por la que Dios ha creado el sexo. Se llama pro­creación, o sea, hacer bebés.

En Génesis 1:28, Dios les reveló a Adán y a Eva este propósito para el sexo cuando les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”. .

Dios nos ha dado una habilidad divina para crear vida a través del acto sexual. El co­mienzo de este versículo cuenta que la inten­ción de Dios era que los resultados del sexo fueran una bendición. Cuando nacen de un compromiso a largo plazo entre un hombre y una mujer, ¡la bendición es inmensa!

Por supuesto que es posible hacer bebés fue­ra del matrimonio. Pero crear vida es una de las cosas más asombrosas que puede sucederle a uno. Merece ser celebrado sin la vergüenza y las distracciones de que sea en un mal momen­to, dentro de los límites de un matrimonio que honre a Dios.

2: Unidad

Como seres humanos somos creados con un deseo profundo por la intimidad. Queremos conectarnos con otros seres humanos y con Dios. Dios creó ese deseo en nuestro interior. Parte de Su diseño para el sexo incluye cumplir esa necesidad de conexión personal.

Está probado científicamente que el sexo crea un vínculo entre dos personas. Pero los niveles de conexión y de intimidad más profun­dos solo se pueden alcanzar siguiendo el plan de Dios para el sexo.

Génesis 2:24 dice: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Este pasaje habla acerca del vín­culo entre un esposo y su esposa volviéndose tan fuerte que se convierten en “una sola carne”. En otras palabras, se unen tanto que no se les puede separar.

El escritor de Génesis sabía intuitivamente lo que la ciencia ha confirmado recientemente. Los investigadores han descubierto una hormo­na llamada oxitocina, o la “hormona del abra­zo”. La oxitocina es un químico que el cerebro libera durante el sexo y la actividad que lleva al sexo. Cuando se libera este químico, produce sentimientos de cariño, confianza y afecto pro­fundo. El mismo químico se libera cuando una madre le da el pecho a su bebé recién nacido. El propósito es crear un profundo apego o un vínculo humano.

Cada vez que alguien tiene sexo con otra persona, el cuerpo tiene una reacción química que le dice que debe “unirse”. Dios creó los medios para satisfacer el deseo de intimidad en un nivel biológico, pero hay una condición. La investigación ha probado que el diseño de Dios para la intimidad entre un esposo y una esposa, sin ningún otro u otra compañera sexual, es lo mejor.

Una encuesta de la Universidad de Chicago descubrió que los matrimonios monógamos re­gistran los niveles de satisfacción sexual más al­tos. De acuerdo a la encuesta, el 87 por ciento de los matrimonios monógamos informaron que están “extremadamente” o “muy” satisfechos con sus relaciones sexuales y el 85 por ciento de ellos están “extremadamente” o “muy” satisfe­chos emocionalmente. En otras palabras, la oxi­tocina está fluyendo libremente en los cerebros de muchas parejas casadas. Extraordinaria­mente, los que menos satisfechos o satisfechas están (tanto física como emocionalmente) son los solteros o solteras y los matrimonios que tie­nen varios compañeros o compañeras.

Una investigación longitudinal por el Cen­tro Nacional de Estadísticas de Salud y de la Universidad de Maryland descubrió que las mujeres que esperan a tener sexo hasta el matri­monio tienen un riesgo considerablemente me­nor de divorcio que las que son activas sexual­mente antes del matrimonio.

3: Recreación

Ya hemos establecido que Dios está a favor del sexo y que Él nos desea lo mejor. Aquí está la prueba de eso: Una de las razones por las cuales Dios creó el sexo es para que los disfrutemos. ¡Así es!, ¡Dios quiere que el sexo sea divertido!

Podemos ver esto claramente en Proverbios 5:18-19: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y gra­ciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.”

Fogoso, ¿verdad? Este pasaje habla acerca de un esposo siendo satisfecho por el cuerpo de una esposa. El texto original dice algo así, que su sexo “te embriague para siempre”. Dios quiere que el sexo sea excitante y divertido.

Es verdad que el sexo fuera del matrimo­nio puede ser divertido, pero no puede alcan­zar el nivel de diversión y placer que encon­tramos cuando nos apegamos al plan de Dios para el sexo.

Una vez más, la investigación prueba que el diseño de Dios lleva al mejor sexo. La mayoría de los estudios más importantes demuestran una fuerte correlación entre el matrimonio mo­nógamo y la satisfacción sexual. Esos mismos estudios indican que las mujeres que comien­zan a tener relaciones sexuales tempranas y las que han tenido múltiples compañeros están menos satisfechas con sus vidas sexuales que las mujeres que se casaron con poca o ningu­na experiencia sexual. El periódico USA Today llama a esta investigación “la venganza de las mujeres de la Iglesia”.

El mundo enseña que el sexo sin límites es el más divertido, pero la investigación ha pro­bado lo que ya nos enseña la Palabra de Dios. Dios quiere que disfrutemos del sexo y, cuan­do seguimos Su plan para nuestra sexualidad, encontramos un nivel de diversión y de placer inigualable.

LAS ETS Y LAS INFECCIONES

Muchos estudiantes parecen creer que la medi­cina ha eliminado el riego de las enfermedades transmitidas sexualmente y que hay una sim­ple cura en el raro caso de contraer alguna. Des­afortunadamente, están muy equivocados.

En la década de los 60, los doctores trataron con dos ETS (enfermedades de transmisión se­xual) principales, la sífilis y la gonorrea. Ambas enfermedades se podían curar con una inyección. Hoy en día, los doctores reconocen 25 ETS prin­cipales, de las cuales diecinueve no tienen cura.

En ese mismo periodo, uno de cada sesenta adolescentes activos sexualmente contraía ETS. Para la década de los años 70, el número saltó a ser de uno de cada cuarenta y siete. Hoy en día, uno de cada cuatro adolescentes activos sexual­mente está infectado.

Los jóvenes son especialmente vulnerables a contraerlas. En los dos primeros años desde su primer encuentro sexual, la mitad de las mu­jeres adolescentes contraen al menos una de las tres ETS más comunes. Casi la mitad de los in­volucrados son jóvenes de entre quince y veinte años de edad.

Es casi imposible ser promiscuo sexualmen­te y vencer a las probabilidades. Si uno elige mantener relaciones sexuales fuera del matri­monio, las probabilidades de contraer una in­fección son al menos de uno en cuatro. Cuantos más compañeros o compañeras sexuales agre­gues, más probabilidades habrá de que contrai­gas una infección.

Un descubrimiento reciente es una vacuna para la ETS más común: el VPH, o el virus de papiloma humano. Muchos consideran a la vacuna como el paso más grande en la lucha contra las ETS, pero en realidad, la vacuna ofre­ce muy poca protección del riesgo verdadero. Para comenzar, la vacuna del VPH solo sirve para las mujeres. Todavía no hay una vacuna para los hombres. La vacuna solo es efectiva en un 70 por ciento.

Recuerda que las normas de Dios para el sexo fueron creadas para protegernos y prever­nos. ¿Qué probabilidades hay de contraer una enfermedad transmitida sexualmente en una relación de matrimonio pura? Cero. Esas si son probabilidades con las que uno puede vivir.

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