No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho
con ellos… Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo
para la ira, y grande en misericordia. – Nehemías 9:17.
Cierta vez un joven le reprochó a un creyente anciano y experimentado:
–¿Por qué considera usted el cristianismo como la verdad absoluta? Creo
que a Dios no le importa que los que le honren sean musulmanes, budistas
o cristianos.
El cristiano le repuso: –El profeta Miqueas respondió a su pregunta
hace unos 3.000 años: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad?… echará
en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18-19). Sepa,
joven, que sólo en la Palabra de Dios se promete el perdón de los
pecados. La Biblia dice que Jesucristo nos amó y nos limpió de nuestros
pecados con su sangre. Si usted no necesita que sus pecados sean
perdonados, entonces hágase musulmán, budista, o cualquier otra cosa.
Por otro lado quisiera aconsejarle… El creyente no terminó su frase,
porque repentinamente el joven quiso alejarse lo más pronto posible.
Nadie debería actuar así y dejar pasar la oportunidad de tomar la buena
decisión. No se escape. Empiece a hablar al Señor Jesús en oración; Él
lo escuchará. Tráigale todos sus pecados y confiéseselos. Él perdonará
su culpa y le otorgará la vida eterna. ¡Cuántas personas pueden decir
que han experimentado la misericordia de Dios! “Así está escrito, y así
fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al
tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones” (Lucas 24:46-47).
Fuente:amen-amen.net
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