Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó..." Josué 1:1-7.
Jamás el propósito de Dios se ha detenido ante cualesquiera que sean
las circunstancias, Dios siempre ha llevado a cabo lo que se ha
propuesto dentro de su programa, dentro de sus propósitos. No ha
existido nadie en el mundo que haya podido frenar, que haya podido
detener el propósito de Dios.
En ocasiones algunas circunstancias tratan de detenernos, de hacernos
dudar, de hacernos sentir solos, de desanimarnos; no obstante, el
programa de Dios sigue adelante, no hay quien lo detenga, no hay quien
lo pueda deshacer, lo que Dios a dicho eso se hará. La Biblia dice:
"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo
24:35); esta Palabra es fiel, sus promesas son fieles, y todo lo que
Dios a dicho tendrá un exacto cumplimiento.
"Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová…"
(v.1). Era un momento de transición, las circunstancias eran muy
difíciles, especialmente para el pueblo, habían visto en Moisés un
respaldo único de parte de Dios. Josué conocía como este pueblo se
rebeló en varias ocasiones y trató hasta de apedrear al siervo de Dios,
era un pueblo de dura cerviz. Josué sabía quién era Moisés, por estas
razones no le pareció fácil asumir esta gran responsabilidad.
Josué había estado cerca de Moisés, recordemos que él estuvo esperando a
Moisés en la parte baja del monte; y permaneció allí todo este tiempo
sin vacilar, sin claudicar, sin pensar nada negativo; cuando Moisés
descendió al primero que vio fue a este fiel servidor; mientras tanto el
pueblo había abandonado el propósito de Dios y se había corrompido;
pero Josué estando solo permaneció fiel, era un hombre humilde, era uno
que conocía lo que es la autoridad.
Josué conocía el pueblo, estoy seguro de que se sentía nervioso,
temeroso, pequeño, insignificante, no sabría qué hacer, estaba tal vez
lleno de nostalgia; porque había partido a la eternidad un hombre
especial, una persona con unas capacidades extraordinarias y con un
liderazgo y un respaldo de Dios. El Señor comenzó a tratar con su
corazón y hacerle entender, que ahora que había partido Moisés, ahora
entraba una nueva etapa para el pueblo, pero que él era el escogido, era
la persona que Dios se había fijado y que era un privilegio, pero a la
vez una gran responsabilidad. Josué quizás imaginó en su mente todo el
recorrido y todas las bendiciones que Moisés recibió, pero también todos
los ataques, toda la persecución, y todas las amenazas que habían
venido contra Moisés y ahora podría venirse contra él.
Dios le dice a Josué:
"Mi Siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán"
(v.2); como diciéndole que no se dejara abrumar por la tristeza, por
los pensamientos, que era el momento que Dios le ha designado. Dios le
asigna esta responsabilidad y le dice: "Tú repartirás a este pueblo por
heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos"
(v.6).
Y le da los linderos, le asigna desde que lugares ellos iban a poseer esta tierra (v.4). Pero le da una promesa:
"todo lugar que pisare la planta de vuestro pie" (v.3); aunque Dios le
había dicho de tal sitio hasta tal lugar, no significa que tuviera que
encasillarse y encerrarse sólo en ese territorio, porque aquí hay una
promesa, les ha entregado todo territorio, en Dios no hay limitaciones.
Si en esta Obra no hay visión, no se hubiera podido lograr nada, no se
hubiera podido avanzar; otros en lugares con mayores recursos, con
mayores posibilidades, no han podido avanzar, porque ellos mismos se han
puesto limitaciones.
No le ponga limitaciones a Dios, porque Él es un Dios amplio, es un
Dios de visión, es un Dios grande, Dios respalda la visión. Cuando
avanza mirando al Señor, no mirando la dificultades, no mirando la
crisis, no mirando la amenaza, no oyendo lo negativo, sino creyéndole al
Dios Todopoderoso logrará avanzar, logrará conquistar y realizar lo que
otros no pueden hacer; puede ver lo que otros no ven, donde otros ven
fantasmas, donde otros ven peligros, donde otros ven desiertos; usted
podrá ver frutos, podrá ver bendición, podrá ver crecimiento, podrá ver
desarrollo, podrá ver avance.
El Jordán era el que los dividía, el impedimento era el río, hasta allí habían llegado, pero ahora Jehová le dice:
"Levántate y pasa este Jordán". Dios le da la orden de cruzar el Jordán
y de arrebatar la bendición y de hacer provisión para la conquista; no
nos podemos detener por las dificultades, hay que avanzar, hay que
seguir adelante, el Señor no se detiene y si Él no se detiene sus hijos
no se pueden detener.
Esta Obra no se puede frenar, Dios seguirá proveyendo, Dios seguirá
abriendo puertas, Dios seguirá al frente; el día que nosotros no
estemos, Dios levantará a otros, pero esta Obra avanzará, esta Obra es
de Dios. Amén
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