Un pecado gravísimo, que se menciona reiteradamente en el Antiguo
Testamento, era la idolatría y la adoración a dioses falsos. Dios
repetidamente condenó el culto a Baal y Asera, las principales deidades
masculina y femenina de los cananeos y de otros pueblos cercanos.
Baal y Asera eran los dioses más importantes de la fertilidad. Su culto
solía incluir actos sexuales con un sacerdote o una sacerdotisa, a los
cuales se les debía entregar una ofrenda. Esto básicamente llegaba a ser
una actividad sexual que se realizaba por dinero, razón por la cual la
Biblia frecuentemente compara la veneración a estos dioses con la
prostitución.
El nombre común de esta diosa en Babilonia y Mesopotamia era Istar (que
sobrevive en la actualidad bajo la forma Easter, nombre en inglés de la
Pascua Florida). Su nombre entre las naciones que circundaban Israel
era Asera o Astarté, pero los escritores bíblicos, aparentemente de
manera deliberada, cambiaron el nombre a Astarot o Astoret para que su
pronunciación se asemejara al vocablo hebreo que significa “vergüenza”.
Efectivamente, el modo en que se la veneraba era degradante y
vergonzoso.
En Israel y en los países vecinos es común encontrar todavía
estatuillas de esta y otras diosas de la fertilidad, claros indicios de
la popularidad de su culto. La adoración a esta diosa es mencionada en
el Antiguo Testamento a partir de la muerte de Josué en Jueces 2:13 (h.
1210 a.C.), hasta el reinado del rey Josías en 2 Reyes 23:13 (h. 640
a.C.).
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