miércoles, 6 de junio de 2012

Un acto valioso y costoso


En el libro de Samuel (2 Samuel 24:14-25), la historia bíblica nos proporciona un modelo de lo que significa ofrecerle a Dios un sacrificio valioso y no gratuito. Este compromiso ha de estribar en un acto voluntario, y nadie tiene que obligarnos o presionarnos a hacerlo.

 En el Antiguo Testamento encontramos que el pueblo de Israel realizaba sacrificios a Dios, aquello era fundamental, diariamente se debía derramar sangre de animales a fin de que los pecados de la nación fueran cubiertos. Sin embargo, Cristo tras entregar su vida en sacrificio perfecto por la humanidad, entró una vez para siempre en el Tabernáculo de los Cielos, y Su sangre limpia del pecado a todo aquel que se rinde a Él.

  Dios es digno de que le ofrezcamos lo mejor, y Él se reserva el derecho de rechazar un sacrificio que no le es agradable. Por ejemplo, Dios miró con agrado tanto a Abel como a su ofrenda, mas a Caín y su ofrenda la rechazó (Génesis 4:4, 5). Caín sabía que Dios no había aceptado su sacrificio y se enojó en gran manera por ello.

  En el libro de Samuel (2 Samuel 24:14-25), la historia bíblica nos proporciona un modelo de lo que significa ofrecerle a Dios un sacrificio valioso y no gratuito. Este compromiso ha de estribar en un acto voluntario, y nadie tiene que obligarnos o presionarnos a hacerlo, porque ese sacrificio involuntario no será agradable a Dios. Él quiere que le ofrezcamos un sacrificio según sus ordenanzas, y no a nuestro gusto o capricho.

  Arauna jebuseo quiso regalarle al rey David todos los elementos del sacrificio, mas David no quiso aceptarlo ni ofrecerle a Dios una adoración barata y sin costo. Asimismo, tarde o temprano llegará a nuestras vidas la tentación de ofrecerle al Señor un sacrificio de adoración barata y gratuita. Por supuesto, la naturaleza humana es muy propensa a buscar la comodidad, y está deseosa de que le entreguen todo en las manos sin tener que pasar ningún trabajo.

  En estos días los creyentes piden oración por fortaleza espiritual o para que Dios rompa ataduras. Sin embargo, ¿quién dijo que el cristiano debe recostarse de otros mientras no está orando? Sin duda, muchos creyentes llevan una vida cristiana barata y cómoda, con muchos paseos y diversiones, sin una búsqueda genuina del rostro de Dios.

  David no permitió que Arauna entregara el sacrificio que tenía que ofrecer a fin de parar la mortandad en Israel. Es muy fácil apropiarnos de lo que no nos ha costado nada, de las lágrimas, del sudor, de los sufrimientos de otros, y luego afirmar que todo lo logramos nosotros solos.

  Lo barato y lo fácil no le agrada a Dios, es una ofensa querer darle a Dios aquello que nos sobra o lo que no tiene valor. El rey David había entendido este concepto, y por lo tanto, no quiso ofrecer nada que no le costara un esfuerzo y precio.

  A Dios hay que darle lo mejor, con voluntad, con amor, en obediencia, con esfuerzo y sacrificio.

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