El autor de “Sublime Gracia” sabía de qué escribía. Solo la gracia divina lo pudo cambiar de un hombre duro y degenerado a un siervo útil de Dios.
Nacido en Inglaterra, John Newton perdió a su madre piadosa cuando era niño y lamentablemente no siguió su ejemplo de fe. Comenzó una vida de marinero a los once años, y con el tiempo, se dedicó a transportar esclavos del África.
Cayó en una situación desesperante debido a los vicios, y en varias ocasiones Dios le libró milagrosamente de peligros en sus travesías por alta mar.
A pesar de ello, Newton seguía resistiendo el llamado del Señor. Por fin, después de casi naufragar en una tempestad, se convirtió y su vida cambió radicalmente.
Llegó a ser pastor, y escribió “Sublime Gracia” como testimonio de la infinita bondad de Dios demostrada a lo largo de su vida.
Algo que también debemos resaltar de la vida de John Newton es que antes el era ateo y libertino, pero gracias a la rica misericordia de nuestro Señor Jesucristo fue preservado, restaurado y perdonado.
Inclusive, en la inscripción de su lapida figura la frase: “fui designado para predicar la fe que durante mucho tiempo me había afanado en destruir”.
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