viernes, 25 de mayo de 2012

Suicidio ¿Valiente o Cobarde?


Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
 
 Desde pequeño creía que las personas que se autoeliminaban eran valientes porque para apretar un gatillo, tomar pastillas, etc. se requería una valentía absoluta al momento de concretar sus intenciones. Hoy, esa percepción es rotundamente distinta; pues, es un acto de cobardía huir de los problemas, de los dolores, de la vida en sí y el acto mismo no es más que un impulso del cual “se arrepienten una vez alcanzado el objetivo” (Veremos a continuación que la vida no acaba cuando nos vamos de este mundo).

  1 TES. 4:16 "Los muertos en Cristo resucitarán primero.” Entendemos que las personas que mueren, duermen esperando o la venida de Jesús o el Juicio de Dios cual será para dar cuenta de nuestros actos en vida. Las personas que se han suicidado vagan, esperando el juicio de su alma, no obstante saben que su destino es el tormento y dolor eterno, precisamente por aquella decisión.
 
 AP. 21:8 “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

  Hace unos días me invitaron a presenciar una autopsia; gran experiencia en la cual, al conocer el cuerpo humano, hasta los más incrédulos tuvieron que admitir la Grandeza y Perfección de Dios; pero una sensación extraña pasó por mi mente, al ver que un hombre de 40 años había fallecido producto de su propia voluntad.
 
  ¿Qué pensaba en ese momento? ¿Qué dolor era tan imposible de resistir? ¿Deudas? ¿Infidelidad? O aún más ¿Se imaginó qué sería de su alma? ¿Qué podía ser más valioso que su propia vida?
 
  La doctora nos explicó que el cerebro traduce la historia de nuestra vida, pensamientos y sentimientos; analizando el cerebro de este hombre veríamos que tanto física como mentalmente era saludable, normal, no padecía depresión ni rasgos de haber atentado anteriormente contra su vida, lo cual me dejó aún más frustrado. Era tarde para decirle que con ese paso sus problemas recién comenzaban, que no podía regalar su alma tan fácilmente, tantas personas luchan a diario por respirar un día más y él estaba derrochando un cuerpo hecho a imagen y semejanza de Dios.
 
  Y me pregunté a mi mismo ¿Dónde estuvo mi consejo? La palabra oportuna de un hijo de Dios y por fin entendí la real importancia de evangelizar, de predicar y promover la Palabra de Dios, ¡cuánta necesidad existe!
  
Es menester, prepararnos adecuadamente para lo que Jesús nos encomendó, enseñarle al mundo que existe un Dios tan poderoso, que se llevará sus problemas y-si se arrepienten- les dará vida eterna; mientras tanto, con justa razón podemos sentir que cada una de esas almas que se pierden, es una derrota para el pueblo cristiano.

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