miércoles, 30 de mayo de 2012

Juicios sobre la humanidad


Rev. José Arturo Soto Benavides

 Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció..., y dejaron de edificar la ciudad...”, Génesis 11: 7-8.

 “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció..., y dejaron de edificar la ciudad...”, Génesis 11: 1-9.

  El libro de Génesis es el libro de los principios, de los orígenes. La palabra “Génesis”, que en griego significa principio o generaciones, es uno de los cinco libros de Moisés, avalado por el Señor Jesucristo, quien en reiteradas veces lo menciona como uno de los libros del pentateuco.

  Probablemente, Moisés haya tomado algunos escritos desde los tiempos de Abraham, quien no era un campesino rústico. En la actualidad se ha descubierto a través de la arqueología, que Ur de los caldeos tenía escritura, sistemas matemáticos, grandes bibliotecas, escuelas y universidades, así que podemos estar hablando de una gran ciudad, altamente refinada, en una civilización adelantada a la cual perteneció Abraham. Se sabe por la arqueología, que mil años antes de Abraham, en el antiguo Egipto, ya existía la escritura, por lo tanto desde aquellos tiempos tenemos testimonios escritos.

  Es importante resaltar la expresión de las generaciones en el libro de Génesis, donde se encuentran diez generaciones hasta Jacob. Acordémonos que Dios había prometido una generación victoriosa, hablaba acerca de las generaciones que vendrían de la mujer, aquella que aplastaría la cabeza de Satanás (Génesis 3:15); la humanidad siempre suspiró por el cumplimiento de esa profecía -cuándo será ese momento precioso, ese momento bienaventurado, en que se cumpla la Palabra de Dios, en que se levante esa generación, de la cual nacerá uno que nos dará la victoria.

  Pasaron diez generaciones, luego otras generaciones sucesivas, hasta llegar al nacimiento del glorioso Hijo de Dios -en Judea, en ese momento se oyeron cánticos y un mensaje poderoso que decía: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14). El ángel le dijo a los pastores “nos ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:11). Y es que, puede ser que el hombre falle, pero los propósitos de Dios no fallan; se hacen realidad.

 La Biblia no habla antigüedades, la Biblia dice, por ejemplo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…”, qué historiador puede mejorar esa versión. El Señor nos habla a través de la Biblia; esto lo refutan los ateos diciendo que no hay Dios, pero Él no tiene que mostrarle a nadie que existe. Él dice en Isaías 44:8, leemos: “No hay Dios, sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno”. Porque sólo hay un nombre que es sobre todo nombre y ante Él toda rodilla se dobla. En el cielo y en la tierra y debajo de la tierra confesarán su nombre; esta es una Palabra clara, que puede refutar el agnóstico, que simplemente vive diciendo que no se puede conocer a Dios. Yo les digo hoy: todos pueden conocer a Dios.

  Es una Palabra clara, la que nos presenta el libro de los principios, el Génesis; refuta al politeísta que cree en muchos dioses; ellos argumentan que en la Biblia dice: “En el principio creó Dios”, ellos dicen: ¿Por qué no pusieron creé yo? -Aludiendo que nos estamos equivocando en interpretar; a los que nosotros le contestamos, acaso dice: algunos dioses, como si se refiriera a un equipo. Lo que pasa es que no hay más Dios que el que estamos predicando y su Palabra es la que refuta al materialista que dice que la materia es eterna, dice la Escritura, que en el principio creó Dios esa materia, que el hombre dice que es eterna; así que tuvo un principio, porque el único eterno se llama DIOS. Quién podrá levantarse contra ese Él, quién podrá pelear contra ese Dios; lo más sabio que podemos hacer es ponernos de su lado y decirle: ¿cuál es tu plan Señor, qué es lo que tú quieres?

  El Señor inventó todas las cosas que realmente tienen valor verdadero, un valor intrínseco, como el oro, la plata. Todas estas cosas Dios las da absolutamente gratis. Nos da el aire que es vital para nuestra respiración; mañana saldrá el sol que no sólo calienta, sino que produce ciertos efectos en nuestro cuerpo que son vitales; podríamos hablar de muchas cosas que nos da Dios, que si tuviéramos que pagarle por su valor real, jamás lo podríamos hacer.

  Pero uno dice, ¿habrá gente que se rebele contra Dios? La respuesta es sí. Hemos leído un pasaje muy elocuente, sobre una rebelión hecha en la primera civilización de la tierra, después de la creación, fue la que intentó hacer Caín. En la primera civilización comenzó a surgir las bellas artes, la metalurgia, la fabricación de armas, máquinas, etc. Fue una ciudad creada por Caín y sus hijos, en rebelión a Dios, una corriente mundana, una corriente pecaminosa, fue la que fundamentó aquella primera civilización humana. Sabemos que todo terminó con el diluvio.

  Después que salió Noé del diluvio se produce otra civilización, de hecho, la primera después de la salida de Noé del arca, la edificó nada menos que Nimrod, otro gran rebelde, que reunió a la gente y empezó a edificar ciudades por todo lugar, no sólo edificó Babel, sino muchas más; pero el punto básico de su gobierno y su rebelión era Babel, dice la Escritura que ellos edificaron una ciudad y dijeron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:4); con esa intención empezaron a edificar una civilización.

  En ese entonces tres cosas motivaron al mundo a adoptar esa actitud contraria a los propósitos de Dios. La primera fue el orgullo; el segundo factor, fue el intento de impedir que nuestro Señor los esparciera sobre la tierra; el tercer factor fue la vanagloria humana.

  1. El orgullo

  Dijeron vamos a hacer una torre cuya cúspide llegue al cielo, vamos a subir hasta llegar al mismo cielo, allá donde está Dios; aquí había orgullo, una vanidad que había envuelto el corazón de Nimrod y sus secuaces, muy parecido a lo que le pasó al primer rebelde quien dijo: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14); las Escrituras lo registran, se llama Luzbel, el mismo espíritu de orgullo que hizo presa de Luzbel, envolvió a Nimrod y sus secuaces.


 2. El intento de impedir que nuestro Señor los esparciera sobre la tierra

  La orden de Dios había sido clara diciendo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla…” (Génesis 1:28), la orden de Dios era esparcirse y poblad la tierra, pero ellos dijeron nos quedamos aquí, nos vamos a apilar en esta ciudad y nada de dispersión. Una rebelión abierta al propósito de Dios, eso es peligroso, toda sociedad que vaya contra su propósito, está metiéndose en el ámbito del juicio Divino; y es que Dios no va a cambiar de opinión, porque la mayoría quiera algo, la mayoría no mueve a Dios.

  Grandes mayorías dijeron: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 21:9); esa misma mayoría decía: “¡Crucifícale!” (Marcos 15:13). Por eso Dios no se fía de las mayorías, Él establece sus principios y si caminas en esos principios hay bendición, si haces lo contrario entonces fracasas. Quieres ver una sociedad próspera, bendecida, que levante sus ojos al Señor y obedezca su Palabra. Dios dice algo para el matrimonio, haz lo que Él dice; si Dios dice algo para los hijos, para el país, pues entonces enfílate hacia allí y tendrás la bendición que necesitas. Pero ellos dijeron que no -nos vamos a quedar aquí.

  3. La vanagloria humana

  El tercer factor fue la vanagloria humana, hagámonos un nombre, hagámonos un afiche que nos identifique, que nos haga ver como los que desafiaron, los que se opusieron a Dios. Hagámonos un nombre, para que todos sepan quiénes edificaron esta ciudad, como una especie de monumento, memorial humano, para abanicar la vanagloria del hombre. Si hay cosas que el Señor aborrece es el orgullo y la vanagloria humana, porque, qué es el hombre delante de Dios.

  Piensa amado lector, ¿qué eres tú delante de Dios? ¿Crees que puedes igualarte a Él?; si el oro y la plata son de Él, las tierras y las ciudades realmente le pertenecen, todo lo que se mueve en la tierra, en el cielo y en el mar pertenecen a Jehová. El salmista, inspirado, hablando de Dios dijo: “Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud” (Salmo 50:12). Todo lo que hay le pertenece a Él, que es vivir muchos años aquí en esta tierra, luego nos volveremos polvo, que es el hombre frente a una enfermedad, puede la plata curar la diabetes; hay enfermedades que son incurables, usted puede tener todo el dinero del mundo pero nadie puede curarlo, el único que pueda curarlo es Dios.

  Y no es que Él esté interesado en que alguien diga: ¡Qué tremendo es Dios!, o que diga: ¡Qué bárbaro! ¡Qué cosa más grande hizo! No, Dios hace las cosas para testimonio de su nombre, para que usted diga ¡Dios es real!, para que su fe se agigante y pueda decir: ¡Yo también voy a creer en ese Dios! No estamos hablando de un Dios de papel, ni de yeso, inventado por los hombres, estamos hablando de un Dios vivo, de un Dios verdadero, un Dios que hizo el cielo y la tierra.

 

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