miércoles, 8 de febrero de 2012

Ser Justo ante Dios.


Creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.Romanos 4:24-25.

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios.Romanos 5:1.
Del 1 al 8 de octubre de 1536 tuvo lugar en Lausana (Suiza) un debate público sobre el tema de la justificación del pecador ante Dios. Se discutió sobre muchas cuestiones, como por ejemplo: ¿Cómo puede un hombre ser justo ante Dios? ¿Basta creer en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se dio a sí mismo una vez para siempre por los pecadores? ¿Su sacrificio debe ser renovado o completado?
Guillermo Farel, un reformador, desarrolló claramente el tema de la justificación. Luego, un teólogo encargado de contradecirlo se levantó y declaró, con una actitud humilde y valiente: –«Hermanos míos, no deseo cometer el pecado de rechazar la verdad divina. Confieso ante todos que durante mucho tiempo fui ciego y viví engañado, aunque creía servir a Dios. Ahora reconozco que no tengo otro Salvador ni jefe alguno sino a Jesucristo. Pido perdón a Dios por todo lo que hice y dije contra su honor. Les pido perdón a ustedes también, porque les enseñé mal y aun les di un mal ejemplo».
Dios es justo y el hombre es pecador. ¿Cómo puede éste llegar a ser justo? En la cruz Cristo cargó con nuestros pecados. Somos justificados “por su sangre”, es decir, por su muerte, por medio de la fe. Cristo resucitó: esta es la prueba de que Dios aceptó su obra. Entonces, ¿qué podríamos agregar a ella?


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