Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del
Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el
día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a
todos. – Lucas 17:26-27.
El relato del diluvio ha provocado muchas preguntas en los incrédulos.
El arca construida por Noé ha sido objeto de burla a través de los
tiempos. Ya sus contemporáneos sin duda no dejaron de burlarse de él
cuando comenzó a construir, por orden divina, ese enorme barco en las
llanuras de Mesopotamia. El diluvio hizo que todos pereciesen en su
impiedad e incredulidad.
Satanás no ha dejado de sembrar la duda en cuanto a los grandes hechos
que la Biblia relata, particularmente aquellos que conciernen el juicio
de Dios contra los hombres pecadores. ¡Cuántos incrédulos se han burlado
de lo que Dios presenta como solemnes advertencias para que el alma
convencida de pecado se arrepienta y se vuelva al Dios justo y Salvador!
Dios ordenó; Noé creyó su palabra y obedeció con confianza y fe.
Llegó el día en que entró en el arca. Y cuando Dios hubo cerrado la
puerta, comenzó a llover: “Las cataratas de los cielos fueron abiertas”
(Génesis 7:11). Durante años la justicia divina había sido predicada. El
Dios justo y santo había anunciado la destrucción del mundo antiguo,
después de haber dado tiempo al hombre para arrepentirse. Aún hoy “es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Fuente:amen-amen.net
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