miércoles, 25 de enero de 2012

John Newton, “Sublime Gracia”


En la inscripción de su lápida figura la frase: “Fui designado para predicar la fe que durante mucho tiempo me había afanado en destruir”.

Comenzó una vida de marinero a los once años, y con el tiempo, se dedicó a transportar esclavos del África. Cayó en una situación desesperante debido a los vicios. A pesar de ello, Newton seguía resistiendo el llamado del Señor. Por fin, después de casi naufragar en una tempestad, se convirtió y su vida cambió radicalmente. Llegó a ser pastor, y escribió: “Sublime Gracia”, como testimonio de la infinita bondad de Dios demostrada a lo largo de su vida.

Algo que también debemos resaltar de la vida de John Newton es que antes era incrédulo y libertino, pero gracias a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo fue preservado, restaurado y perdonado. Inclusive, en la inscripción de su lápida figura la frase: “Fui designado para predicar la fe que durante mucho tiempo me había afanado en destruir”.

John Newton

John Newton nació en Londres el año 1725. Su padre fue un capitán. Su madre, una devota mujer que dándose cuenta que la enfermedad que la aquejaba pronto iba a acabar con su vida, enseñó a su hijo a conocer la Biblia a muy temprana edad.

Cuando John tenía 7 años, su madre murió y se convirtió en un niño del camarote de un barco pesquero. Sus experiencias a través de los años en la mar fueron peligrosas y emocionantes, una vez fue embriagado y llevado como parte de tripulación a la fuerza de un barco de guerra. Allí fue cruelmente tratado siendo golpeado y abusado. Luego de esta experiencia se enroló en un barco de esclavos.

Durante todo este tiempo John vagó lejos del Dios de su madre y de la Biblia. Llegó a ser el capitán del barco, transformándose en uno de los más temibles y despreciables traficantes negreros.

Más tarde escribió: "Con frecuencia vi la necesidad de ser un cristiano sólo para escapar del infierno, pero amaba el pecado y no estaba dispuesto a abandonarlo".

Cada año caía más bajo en las garras del pecado y pronto estaba en tal estado que la tripulación lo despreciaba, considerándolo sólo un animal.

En una ocasión, el borracho capitán cayó por la borda pero sus hombres no hicieron mucho esfuerzo para rescatarlo. Simplemente tiraron un arpón que se clavó en su cadera y tiraron de la cuerda. Fue levantado como si hubiera sido un pez grande.

Debido a este suceso, John Newton cojeó por el resto de su vida, pero como él diría: " Cada paso es un constante recuerdo de la gracia de Dios sobre este desventurado pecador".

Cuando hubo tocado fondo en las vilezas, sintió la miseria en su vida y se volvió a la fe que había olvidado. Entregó su vida a Cristo, y fue su devoción de tal manera grande, como grosera había sido su caída.

Dejó su deleznable ocupación como traficante de esclavos y se entregó al ministerio. Al tiempo llegó a ser un clérigo anglicano.

Además de su labor pastoral, Newton, que había sido un despreciable negrero, realizó una abnegada defensa en contra de la esclavitud.

Su vida fue de inspiración para muchos. Entre ellos se destaca William Wilberforce, un político inglés que luchó denodadamente a favor de la abolición de la esclavitud en el Imperio Británico, hecho que se concretó en 1833, merced al trabajo de este hombre.

John Newton también escribió himnos y poemas. “Sublime Gracia” (Amazing Grace) es en realidad la historia y testimonio de la vida de John Newton.

Fue en 1779, mientras trabajaba en otro himno con William Cowper, autor de: "Esta es una fuente llena con Sangre" que escribió esta gema de himnología usando como su título: "Fe, revisión y expectación".
  
Sublime gracia del Señor,
Que a mí, pecador, salvó,
Fui ciego, mas hoy miro yo
Perdido y Él me halló.
  
Su gracia me enseñó a temer,
Mis dudas ahuyentó,
¡Oh, cuán precioso fue a mi ser,
Cuando Él me transformó!

En los peligros o aflicción,
Que yo he tenido aquí,
Su gracia siempre me libró,
Y me guiará feliz.

Y cuando en Sión por siglos mil,
Brillando esté cual sol,
Yo cantaré por siempre allí,
Su amor que me salvó.

John Newton, el fiel cristiano anglicano y autor de una de las melodías evangélicas más bellas de la historia descansó con el Señor el 21 de diciembre de 1807.

“Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús", 1 Timoteo 1:14.



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