jueves, 26 de julio de 2012

Por Poco…


Conozco, Señor, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. – Jeremías 10:23.
Por el Señor son ordenados los pasos del hombre. Él aprueba su camino. –Salmo 37:23.

Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. – Isaías 40:31.

El creyente no está libre de tener una caída moral. En el Antiguo Testamento vemos que David, quien estaba a punto de matar para vengarse por haber sido ofendido, fue detenido gracias a la intervención oportuna de una sabia mujer (1 Samuel 25). ¡Cuántas veces hemos estado a punto de alejarnos o de caer, y Dios, en su gracia, ha detenido nuestros pasos! Cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10), Dios nos mostrará todas las intervenciones de su gracia en el momento en que, seducidos por Satanás, íbamos a caer. ¿Quién no podría apropiarse de la confesión de Asaf y decir: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”? (Salmo 73:2).

Con un corazón contrito y agradecido a la vez, digamos también: “Él… no permitió que nuestros pies resbalasen” (Salmo 66:9). Pero eso no nos autoriza a ser negligentes y a no velar. La exhortación sigue siendo actual: “El que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Para resistir a la tentación no debemos contar con nuestras propias fuerzas, sino acercarnos confiadamente al Señor, quien sabe “librar de tentación a los piadosos” (2 Pedro 2:9).

Fuente:amen-amen

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