lunes, 9 de julio de 2012

El Amor no tiene Envidia.


El amor no tiene envidia.– 1 Corintios 13:4.

Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos… viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. – Tito 3:3.

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias. – 1 Pedro 2:1.

 En pocas palabras, amar a alguien es desearle el bien; no amarlo es desearle el mal, o simplemente ser indiferente a lo que le sucede. Ser envidioso (o celoso) es desear para sí lo que tiene el otro, e incluso a veces desear que el otro no lo tenga. Cuando el amor ve que alguien triunfa o es talentoso, se alegra por él; se alegra por la alegría de los demás. Amar es poner en primer lugar al prójimo; en cambio, ser envidioso es pensar primeramente en uno mismo.

La envidia no es una falta menor, inofensiva, sino que puede causar terribles estragos. Los hermanos de José lo vendieron porque le tenían envidia (Génesis 37; Hechos 7:9); del mismo modo los jefes religiosos entregaron a Jesús a Pilato (Mateo 27:18). Podemos encontrar muchos otros ejemplos parecidos en la Biblia, al igual que en la vida de las familias, empresas y naciones.

Amigos creyentes, cada vez que somos conscientes de que en nuestro corazón hay un sentimiento de envidia, podemos estar seguros de que no proviene del amor. Podremos rechazarlo más fácilmente si pensamos en el Señor Jesús quien, como persona divina, no se aferró a ser igual a Dios, sino que “se despojó a sí mismo” (Filipenses 2:6-7). ¡Qué modelo de amor y renunciamiento!

Fuente:Amen-amen.net

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