miércoles, 21 de marzo de 2012

Talentos que no llegan a nada. Sin talentos que llegan muy alto.


                                     

Talentos que no llegan a nada. Sin talentos que llegan muy alto. ¿Qué hace la diferencia? Esa es la pregunta que me surgió mientras veía un programa de TV donde actuaba una mundialmente conocida deportista argentina.

Ella tiene un talento muy especial para los deportes en general, pero reconoció que sin aprender una técnica, sin una alimentación adecuada, sin el entrenamiento y la práctica suficientes, el talento sólo, no sirve demasiado.

Asimismo, uno de los periodistas que la acompañaban, vio el “otro lado” dela situación. Esdecir, cuántos “sin talento” han sabido llegar muy alto, aludiendo al conductor del programa. Este, en tono jocoso, reconoció que mucho talento no tenía; más bien se refirió a sí mismo como “lento”… sin “ta – lento”. Pero los periodistas insistieron en que dicho conductor tiene perseverancia, trabaja mucho, pone mucho de sí mismo para que las cosas salgan lo mejor posible. Y eso es muy cierto.

A pesar de su autorreconocida torpeza, es uno de los conductores más exitosos de la TV argentina.
Finalmente, el otro periodista redondeó las ideas. ¡Cuántos verdaderos talentos no han llegado a ninguna parte, o; en todo caso, se han quedado en el camino! Lo cual también es muy cierto.
Esto me trajo a la memoria dos cosas:

Hace poco tiempo supe de un ex compañero de la high-school que a los cincuenta de edad no había podido terminar su carrera de ingeniero. Era un alumno y deportista brillante. Una gran inteligencia y enorme talento. Quien esto escribe, a esta altura de las cosas lo imaginaba como ingeniero en la NASA, o como científico en algún importante laboratorio… Pero no es así. Sólo uno más de tantos grandes talentos, que no había llegado muy lejos.

La otra cosa que recordé, es en las palabras del Señor Jesús; la parábola de los talentos de Mateo cap. 25. Varios siervos recibieron talentos y cada uno de ellos hizo lo mejor que pudo con ellos y logró ganancias. Pero el último, el que recibió solamente un talento; tuvo miedo, se fue y escondió el talento bajo tierra. Por esto sufrió un enérgica reprimenda de parte de su patrón, a su regreso.

Todos los seres humanos hemos recibido al menos un talento en nuestras vidas. Algunas personas lo conocen, otras no. Pero todos tenemos al menos, uno.
Muchas personas viven sumidas en el temor, en la frustración, sin poder ser de bendición a quienes les rodean, ni para ellos mismos.

Tal vez “el talento” de aquellos “sin talento” sea la perseverancia, la valentía, el esfuerzo; dar lo mejor de sí, hasta que duela… y tú que crees que no tienes nada, tal vez seas uno de esos.

¡Animo! Las lágrimas que derramamos cuando sembramos la semilla  se volverán cantos de alegría cuando cosechemos el trigo (Salmos 126 [125]: 5-6 Biblia en Lenguaje Actual).

No hay comentarios:

Publicar un comentario